Último hálito de una cárcel madrileña
Último hálito de una cárcel madrileña |
por Rafael Ángel FernándezEra una tarde luminosa de invierno, visitaba la más bella ermita mudéjar de Madrid, sita en el cementerio viejo de Carabanchel, el sol corría más de lo habitual y la noche avanzaba sin detenerse. De pie, porque los cementerios no son para sentarse, contemplé el brillo de los cristales rotos de la cárcel modelo. Cada rayo apuntaba a un muerto y yo estaba entre las tumbas de los vivos. Mi alma voló torpe como los murciélagos y sobre el muro de la necrópolis contempló el de la prisión, más alto aún. Momentos sobrecogedores, de una alegre tristeza aletargada en la mente durante varios meses, hasta que despertó hace días viendo unas fotos de Rafa Llano, maravillosas como todas las de él y el volcán empezó la erupción. Su lava llegó hasta hoy, cargada de miedos e inquietudes y a la misma hora de aquel día de invierno, traspasaba el umbral del centro penitenciario acompañado de mi hija. Gracias a su entereza y al ánimo de Rafa, ahora me siento satisfecho de haber sido testigo de una negra historia de España que se ahoga para siempre. |
En este pabellón, posiblemente de administración, se ubicarían dependencias del cuerpo de guardia, ingresos y oficinas en la planta baja y en la superior, la residencia del director, subdirector, religiosos y el salón de actos.
Tras los barrotes, basuras de hedor pasado, fichas de delincuentes, políticos, sindicalistas, terroristas, homosexuales….notas sobre fusilamientos, motines, violaciones, represiones, torturas y métodos de ejecución como el garrote vil, con el que fueron ejecutados Francisco Granados y Joaquín Delgado, anarquistas inocentes, en 1963.
La degradación llegó a tal extremo que en los años 90 se supo que la mitad de los internos estaban infectados con el VIH, eran toxicómanos o analfabetos.
Con la amnistía de octubre de 1977, salen a la calle los últimos presos políticos.
El centro de internamiento de extranjeros (antiguo hospital penitenciario) se encuentra en el patio de acceso a la cárcel, si bien al otro lado. Todo está controlado: miradas perdidas, pieles tensas, lenguas mudas, desesperación…..un altavoz avisa insistentemente que no pueden circular vehículos por el recinto.
Puertas abiertas, muros cerrados, pestilencias orgánicas, ruidosos silencios, conforman la parrilla de salida para un viaje a través del tiempo, en donde la historia es presente y el futuro pasado.
Este presumible cuerpo de guardia (imagen), nos condiciona psicológicamente: paso tembloroso de dos cuerpos que se mueven perseguidos por la nada, ausentes de mente y sudorosos de miedo, antes de adentrarnos en las tumbas vacías de fusilados, con huellas en las paredes, fugados sin vida, vivos sin alma. Se hace el silencio y nos inunda la oscuridad, de repente irrumpimos en otro mundo sin mirarnos.
Muerta la libertad al traspasar el furgón la puerta de acceso, un mundo deshumanizado y represor da la bienvenida a los reos, otros ruidos, otros llantos, otras caras esperan en la puerta para desnudarlos, limpiarles la piel de libertad, revisarlos para analizar el rastro de otros compañeros y así comienzan una nueva vida sin vida, las ideas que trajeron han quedado en la bolsa de los enseres y vacíos, sienten cómo la celda se cierra varias veces porque el eco ensordece a quien lo escucha y en el interior, alguien con aspecto de humano les enseñará el camino de la esclavitud.
Franqueado el pabellón de administración, una gran fortaleza al estilo neoclásico imperial, se yergue orgullosa ante nuestras miradas atónitas. Con la sensación de estar perseguidos y de encontrarnos con alguien esperando, miramos a ambos lados, antes de atravesar el pasillo de seguridad que se levanta entre altos muros, alambradas y la propia prisión.
Ha quedado atrás la ciudad, hemos entrado en el pasado, en un pasado de 172.000 metros cuadrados, bajo los cuales se conservan restos de la quinta de Eugenia de Montijo, originarios del siglo XIV, otros han sido expoliados durante las obras penitenciarias y dicen que se encuentran en casa de algún ministro de la época. También dicen que aparecerán huesos, datados desde entonces hasta que se cerró la cárcel.
No hay palabras, se oyen murmullos, hierbas, secas de libertad, con eco de pisadas yendo y viniendo, graznidos de aves inexistentes, aleteos de pájaros que no vemos, sonidos desconocidos para nosotros y con la mirada consensuamos la entrada por el mismo sitio que otros lo hicieron antes, pero solos o tal vez acompañados de sus recuerdos, de sus espectros.
La puerta que se ve al fondo como un manantial de luz, introducía a los detenidos en el Gulag y a lo largo de los cuartos de este pasillo, eran despojados de sus ropas, ideas, recuerdos y se les vestía con la sumisión al sistema y la nula valoración de su persona. Ya estaban dispuestos para penar en las celdas de ingreso sitas a ambos lados.
La luz nos cegaba, las sombras se multiplicaban a cada paso, los pasos retumbaban como el eco de una caballería, escombros por alfombras y agujeros que no conducían a ninguna parte, los cuerpos se dirigían al frente, la mente en cambio luchaba por dar la vuelta. Intentar separar las emociones de la razón nos resultó arduo difícil, pero cuando lo conseguimos, vimos una galería de acceso con bóveda de cañón y cubierta de pavés que suministra considerable luz difusa y uniforme. El complejo es de escalofriante belleza. Las paredes de graffitis, dan sensación de agobio y la mayoría, poco tienen que ver con el uso dado otrora a las instalaciones donde fueron pintados.
La arquitectura panóptica del presidio, es decir, construida de modo que toda su parte interior pueda verse desde un solo punto, ya estaba en desuso cuando se hizo. Era el sistema de Jeremy Bentham (XVIII), para controlar a los presos desde un punto central, lo que permitía reducir el número de vigilantes sin ser vistos. El método evolucionó con John Haviland (XIX) quien construyó la cárcel de Cherry Hill en Pensylvania, con forma de estrella.
En el centro, se sitúa el puesto de observación, de estilo moderno, utilizando acero y vidrio, más acorde con las tendencia internacionales. Sobre él se levanta la cúpula, del arquitecto Luís de la Peña Hichman, siguiendo la tendencia neoherrariana o imperial, asentada sobre un cilindro de pavés con 32 metros de diámetro y 25 de altura, lo cual confiere monumentalidad, amplitud y vacío, debido a la luz y al espacio diáfano existente, cuyo diseño, según el Director del Servicio Histórico del Colegio de Arquitectos de Madrid, “representa el ejemplo más singular y logrado de la concepción penitenciaria franquista, con un valor histórico innegable, como escenario de la represión política”.
Al llegar a este punto, empapados de sudor y nervios, observamos atónitos el laberinto que parte del corazón. Las galerías convertidas en arterías permiten fluir sangre, luz y ecos. Una continua actividad invisible se manifiesta con descaro ante nuestros ojos. La duda nos invade y caminamos lentamente entre hedores y escombros por la primera galería, dejando a nuestra espalda el templete que nos sirve como punto de referencia.
El diseño del centro penitenciario se inspira en las cárceles decimonónicas con forma de estrella, donde un solo vigilante podía observar a todos los presos sin ser visto. De las siete galerías de que disponía la prisión, sólo cuatro (3ª, 5ª, 6ª y 7ª) se usaron como presidio. El resto se dedicaron a otras actividades y una de ellas, no llegó a terminarse su construcción.
Las cuatro galerías se organizaban en función de los inquilinos. Una, para presos políticos (militantes activistas, sindicalistas, terroristas…). Los presos más peligrosos, también tenían su lugar diferenciado. Así como los homosexuales que utilizaban la conocida como el palomar. Otra, para los presos comunes, etc., etc.
Arquitectónicamente, utiliza la cubierta plana, su estructura es de hormigón armado visto, en la fachada de las galerías, tanto en los pilares como en las vigas de la cubierta, rasgo estilístico propio de la arquitectura moderna. Tanto la sobriedad de las galerías, como su perspectiva resulta impactante al verse remarcadas por la luz que penetra desde lo alto de los muros, dando una sensación de infinitud asombrosa.
Avanzamos esquivando los rayos de luz, para no mezclarnos con las sombras. Los chatarreros han abierto las puertas y ventanas de las celdas, sustrayendo también las barandillas. La ausencia de redes entre los pisos crea un espacio diáfano, de vacío espiritual, donde flotan los recuerdos. Las paredes de graffitis con amnesia. Cada celda un mundo, en cada mundo huellas y memoria. Otras, habitadas por indigentes, inmigrantes y demás gente sin techo, carecen de vida como el resto.
Las mujeres procedentes de la cárcel de Yeserías, fueron instaladas en los chabolos o celdas, reestructuradas para tal fin en el antiguo reformatorio de Carabanchel, durante la octogenaria década del siglo pasado. El adecentamiento pasaba por la pintura de colores y la individualidad de las mismas, según la Directora del Centro.
Sin embargo las grandezas que pregonaba la responsable, las evidenciaba el Defensor del Pueblo, quien denunció la desigualdad de las presas: «Es frecuente que en todos los departamentos de mujeres no se produzca separación alguna entre las reclusas en función de la situación penal, conviviendo preventivas y penadas y jóvenes y adultas, generándose, en ocasiones, innecesarias tensiones y alteraciones regimentales, dirigido al distinto carácter y actitud de tan heterogénea población», tras su visita a la prisión de mujeres de Carabanchel en 1997. Dos años antes de que 500 mujeres abandonaran la cárcel en último lugar, para dejarla en barbecho.
Con la llegada de las féminas (presas comunes, terroristas, activistas políticas, prostitutas, trasportadoras de drogas, etc, nuevos aires y nuevas voces circulaban entre las rejas. Algunas mentes se encendieron y se convirtieron en boda, tras un breve cortejo pelando la pava desde las respectivas celdas.
También hubo tensión y agresiones entre ellas y con las funcionarias, lo que provocó una mayor inseguridad. A toda esta amalgama hay que añadir el colectivo de reclusas con hijos, lo que provoca mayor discriminación, llegando a manifestar alguna, que su condena era doble por estar en prisión y ser mujer.
Entre los brazos del enorme pulpo, se encuentran los patios vigilados continuamente desde las garitas que a tal fin se instalaron cerca del cielo. Los ojos de sus vigilantes se aposentan en la cocina entre verdura y fiambres, sobre agua de color café, leche que no es blanca, chuscos que llaman pan.
Las perolas de color suelo y los fogones como perolas, sin calor hasta que llegaron las mujeres. Las comidas se servían frías como manda la tradición del lunch inglés.
Los rojos, organizaban su comedor, repartiendo la comida que recibían de su familia entre todos y combinándola con la autóctona de la prisión. Se decía que eran la envidia de todo el presidio.
Fernando Figueroa, doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense, ofreció su conferencia "Un recorrido por el graffiti de la cárcel de Carabanchel".
«Graffiteros venidos de toda España ocupan estéticamente la cárcel de Carabanchel como forma de protesta. Se adueñan de sus paredes conscientes de alguna manera de la importancia simbólica de este patrimonio construido para la represión. En esta charla, seguiremos el rastro de sus aerosoles para descubrir sus orígenes, su talento, sus deseos o sus preocupaciones y, en particular, el diálogo entre los grafiteros y lo carcelario. Entre la cárcel y los "writers" –como a ellos les gusta que les llamen— existe un vínculo emocional, y en muchos casos, la herramienta utilizada para expresar este vínculo es el humor.»
Para mí el graffiti es la expresión, normalmente de jóvenes, que manifiestan su rebeldía en territorio urbano. No hay unanimidad sobre la estética, ni sobre el concepto artístico del mismo por parte del autor, si bien su prohibición es el elemento condicionante de su obra.
Carabanchel está literalmente pintado, en la gran exposición del graffiti allí representado, se pueden ver alusiones al lugar, manifestadas con crudeza unas veces, otras con ironía y en ocasiones con humor, si bien la mayoría nada tienen que ver con la realidad del lugar. Lo que importa es dejar constancia del trabajo hecho.
Obviamente se pueden ver auténticas obras de arte, impresionantes alegorías, pero esta catalogación, desde mi punto de vista, es ajena a los artistas. Ellos lo realizan y el observador lo analiza como elemento artístico y por ende estético.
La mujer de la imagen, ha excitado mi imaginación situándola en el periodo final de la cárcel, cuando la masificación de mujeres procedentes de Colombia especialmente, eran portadoras de droga, ocultándola en sus más íntimos lugares. La necesidad económica o tal vez humana impulsaba a estas bellezas, de rasgos exóticos, a la traidora aventura de la droga, amiga de la prostitución y de todo tipo de degradación personal imperativa. Tras ella, se encuentra un acceso a la cocina del presidio.
"El Camino a la Felicidad de L. Ronald Hubbard es un libro que contiene 21 principios o preceptos, para mejorar la moral en el mundo de hoy"...
"La demanda de este libro por la gente es mundial, y sus preceptos los aplican decenas de millones en todo el planeta, hombres, mujeres y niños de todos los estratos sociales, desde oficiales de policía en Moscú a los presos con cadena perpetua de San Quintín; desde los niños de las escuelas de Zimbawe y Beverly Hills a los jefes de Estado. Se aplica a la vida de cualquier persona en cualquier"...
"Los 21 preceptos son los siguientes:
1. Cuídate a ti mismo
2. Sé moderado
3. No seas promiscuo
4. Ama y ayuda a los niños
5. Honra y ayuda a tus padres
6. Da un buen ejemplo
7. Busca vivir con la verdad
8. No asesines
9. No hagas nada ilegal
10. Apoya a un Gobierno diseñado y administrado para toda la gente
11. No dañes a una persona de buena voluntad
12. Protege y mejora tu medio ambiente
13. No robes
14. Sé digno de confianza
15. Cumple con tus obligaciones
16. Sé productivo
17. Sé competente
18. Respeta las creencias religiosas de los demás
19. Trata de no hacer a otros lo que no querrías que te hicieran a ti
20. Intenta tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti
21. Florece y prospera.
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Iglesia de Scientology.
C/ Montera 20-4º Dcha.
28013-Madrid"
www.freedommag.org/spanish/vol1i14b/page14.htm
Eran tiempos de guerra, guerra de un solo bando, de noches interminables, de días oscuros. Así comenzaba el cuadragésimo año del siglo XX, cuando se adquirieron los terrenos en un pueblo llamado Carabanchel, a las afueras de Madrid, para construir uno de los símbolos del franquismo, la cárcel modelo de Carabanchel. El precio pagado ascendió a unas 700.000 pts. a razón de 5.25 pts. el m², o lo que es lo mismo unos 4.200 euros, por 172.164,27 m² (extensión actual).
Cuando acababa el siglo, la prisión empezaba su agonía, mientras partidarios y detractores de su total fallecimiento se enzarzaban en luchas interminables. Las asociaciones de vecinos combaten para que el edificio sea restablecido como centro de Paz y Memoria, y el recinto penitenciario sea dedicado a usos sociales. Los gobiernos municipales y estatales han llegado a un acuerdo para construir un hospital, viviendas y asistir a la muerte digna del presidio. La fecha prevista es octubre de 2008.
Las mujeres que antaño presidían las celdas, ocupando lugares privilegiados y siendo admiradas por miradas lascivas, ahora han alcanzado su decrepitud y se encuentran arrastradas por el suelo en la más absoluta indiferencia, porque ya nadie sueña con ellas.
Los vis a vis o encuentros sexuales con sus novias y esposas fueron su principal competencia junto a la presencia física de mujeres presas.
“Las violaciones en aquellos años, por ejemplo, eran una realidad. Yo presencié, una masiva y fue terrible" - según el sacerdotote asesor del Defensor del Pueblo para asuntos penitenciarios- que estuvo preso en Carabanchel en 1968, por causas políticas.
Por su comportamiento, los funcionarios distinguían las debilidades de sus vigilados: los anarquistas , decían que siempre estaban solos, los comunistas parecer ser que eran los que más leían; y los socialistas andaban en grupo.
Sangre y muerte, huérfanos y viudas, miseria y racionamiento, hambre y escasez. Los ojos no miraban cosas banales, sino al poder, a la construcción de símbolos gigantescos que mostrasen al mundo la grandeza del nuevo régimen, con vocación de imperio.
Había llegado la hora, pero no el dinero, para lo cual se creo el Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo, con el fin de “acometer la ingente labor de arrancar de los presos y de sus familiares el veneno de las ideas y el odio de la antipatria”. Lo cierto es que utilizaba la mano de obra barata de los presos, para engrandecer España, además de hacer una labor social de los mismos para su correcta integración, según el Jesuita de turno. Quien pensaba así: “no es posible, sin tomar precauciones, devolver a la sociedad, o como si dijéramos, a la circulación social, elementos dañados, pervertidos, envenenados política y moralmente, porque su reingreso en la comunidad libre y normal de los españoles, sin más ni más, representaría un peligro de corrupción y contagio para todos, al par que el fracaso histórico de la victoria alcanzada a costa de tanto sacrificio”. Estos criterios y mano de obra fueron los que hicieron de la Cárcel de Carabanchel, un Modelo de institución.
Todo este pensamiento (con perdón), se trasladó al interior de las instalaciones donde eran más abundantes que la comida y la higiene.
Con taquicardias frecuentes caminamos entre basura y escombros, reliquias y pensamientos, hasta llegar a una galería cuyo ruido paralizó nuestros pies. Sobre nuestras cabezas empezó un estruendoso aleteo de palomas ausentes, su ruido era ensordecedor, salían y entraban en las galerías… fantasmas con alas, espectros y ruidos. Era el palomar, galería de homosexuales y transexuales, a los que se les había aplicado la ley de Vagos y Maleantes y de Peligrosidad Social, por su condición sexual.
También existían celdas oscuras, de castigo, o de aislamiento, en los bajos de la cárcel, con un tercio del espacio menos que el resto y una puerta con barrotes. Nadie quiere hablar de los horrores que en ellas padecieron. En la galería llamada CPB, Celdas de Prevención Bajas, estuvieron los últimos condenados a muerte (1975) por un Tribunal Militar en consejo de guerra sumarísimo, celebrado en el acuartelamiento de El Goloso, sin pruebas y sin testigos. De uno de estos consejos de guerra, el abogado Christian Grobet, miembro de la Liga Internacional de los Derechos del Hombre, escribió en su Informe al respecto: El que suscribe no puede por menos que constatar una vez más que los derechos elementales de la defensa, es decir, el derecho que tiene el acusado a ser juzgado con equidad… han sido menospreciados en España de la manera mas grosera.
Se sabe que aquí se utilizó el garrote vil, fusilamientos, ajusticiamientos a palos y que pasaron las últimas horas los que serían fusilados en Hoyo de Manzanares.
No faltaron los motines, ni las evasiones, casi todas de presos de confianza, que huían por la puerta principal, aunque alguno moría en el intento, otros fallecían en reyertas personales y los más desilusionados agotaban la agonía con un suicidio, como única forma de liberación.
Sin embargo el peor recuerdo les viene de la Brigada Político Social, donde interrogatorios y torturas se complementaban mutuamente, aunque estas noticias nunca salieron en el periódico Redención, que se editó y se distribuyó en las cárceles españolas desde principios de los cuarenta a finales de los sesenta.
La cárcel de Carabanchel, tenía forma de estrella de mar, pero desde 1999 comenzó su agonía y sus brazos no se regeneraron mientras se rompían poco a poco. Por sus poros entraban graffiteros que embalsamaban su interior, inmigrantes y otras gentes sin techo que albergaban allí su dolor, chatarreros que le arrancaban sus entrañas antes del último hálito.
Entre sus brazos se encontraban los patios, sin alambradas entre los presos y el cielo, donde se podía jugar, pasear, llorar y organizar la fuga o la explosión del centro penitenciario. De todas esas ideas quedan hoy fósiles en forma de basura, hedor, excrementos, hierbas asfixiadas y un sin fin de objetos que nos recuerdan que allí hubo gente muerta que tenía vida.
Fuera del edificio principal estaba el centro psiquiátrico penitenciario, donde en la actualidad se ha construido una comisaría y un centro de internamiento de inmigrantes. Cuando se cruza el patio principal de acceso a la cárcel que también es la entrada de la comisaría, no hay una evidencia clara del tiempo en el que nos encontramos, si es pasado o presente, es el vestíbulo de un viaje atemporal que revuelve las tripas.
Era verano, el día más largo del año, cuando sonó el cornetín que anunciaba la llegada de algún político libre, en este caso el ministro de Justicia, para inaugurar, la joya de la dictadura. Destacó de este presidio que era “un modelo en los de su clase, su capacidad para 2000 reclusos”. En Madrid a 22 de junio de 1944.
Así pues, los elementos que le daban mayor seguridad son los reflejados en la imagen, es decir, altos muros con sombreros de alambre, gran iluminación nocturna, un perímetro de seguridad tras las tapias y la mirada atenta de los cancerberos apostados en las torres de vigilancia, de ahí que la mayoría de los fugados lo hiciese por la puerta principal o de oficio.
Aquí, con este mismo panorama, empezaron un día mis reflexiones sobre lo que estaba viendo y sintiendo. La soledad del crepúsculo, el silencio de la necrópolis y los baladros de la modelo inmovilizaron mi cuerpo, no así mi espíritu. Separados ambos por un muro y una alambrada, el físico estaba en paz, en armonía con los muertos, compartiendo su descanso, en cambio el alma, inquieta, vagaba en el mundo de las sombras, entre espectros sin memoria, entre recuerdos anónimos, entre lágrimas secas, entre llantos mudos, en busca de lo ignoto, pero nadie salió a su paso, nadie la saludó, nadie le hizo preguntas, aunque todo quedó grabado en la lápida de su mente.
Y así finaliza esta secuencia de impresiones, sensaciones, emociones, cerrando el círculo con la imagen que generó la serie “Ultimo hálito de una cárcel madrileña”.

Decidido lugar y hora de la visita, sin autorizaciones, sin conocimientos del lugar, sin planificación, con la ayuda del GPS, aparcamos el coche en la puerta principal del edificio (retirado posteriormente por orden policial). A partir de este momento nos desprendimos del espíritu para que caminase sólo y sin influencias personales. Procuramos que los cuerpos se mimetizasen con el entorno. Nos hicimos unas recomendaciones mutuas de logística y comenzamos el reconocimiento.
Es desde entonces cuando yo, Rafael Ángel Fernández, exclusivamente, expreso mis sentimientos, emociones, apreciaciones y opiniones personales, que voy experimentando, llegando a las siguientes conclusiones:
La cárcel modelo de Carabanchel, estuvo en funcionamiento 55 años como prisión preventiva 1944/1999. En un principio como centro de hombres y posteriormente mixto.
Tanto su continente como su contenido son el paradigma de un estilo arquitectónico propios del régimen, gran sobriedad, monumentalidad y gusto por la tradicional, surgiendo así un neoclasicismo imperial para los edificios oficiales.
Actualmente la cárcel esta abandonada, se prevé que en octubre de 2008, comience su demolición fruto de los acuerdos entre el Ayuntamiento (Partido Popular) y el Gobierno (Partido Socialista).
Izquierda Unida apoya la demanda de los vecinos para que todos los terrenos de la cárcel, propiedad del ministerio de Interior, sean dedicados a uso social y se oponen frontalmente al derribo del edificio, sugiriendo la creación de un centro como memoria de la paz.
Así pues, el ministerio del interior construirá pisos para financiar el plan de infraestructuras penitenciarias. El Ayuntamiento cederá terrenos a la Comunidad de Madrid para la construcción de un Hospital, y también creará los equipamientos que decida la Junta Municipal de Carabanchel, zonas verdes, un monumento a los represaliados políticos, etc.
Por último desearía de todo corazón que este pequeño aliento llegase a todos los que vivieron en sus carnes tan horribles experiencias, a los familiares de los que ya no están, para participarles mi apoyo y recordarles que en mi memoria permanecerán para siempre.
Y termino agradeciendo a todos los que han entrado en mi galería y se detuvieron en esta serie, la paciencia que han tenido y el ánimo que me han dado. Gracias.