Espinho, el arte xávega
por Rafael Ángel Fernández
El Arte Xávega (red de arrastre llamada también varredoura) es un arte de pesca artesanal, que apenas ha
evolucionado a lo largo de los siglos y está en proceso de extinción. En torno a un millar de pescadores en el litoral de Aveiro, Figueira da Foz, Nazaré, Costa da Caparica, Fonte da Telha, Vieira de Leiria, Esmoriz, Furadouro, Mira, Lavos e Leprosa y 56 embarcaciones con licencia utilizan este arte, según fuentes del Ministério da Agricultura, Desenvolvimento Rural e das
Pescas, quien debido al carácter social de la misma, les ha permitido usar gasóleo verde.


Los tractores utilizados para el arrastre, han sustituido a los bueyes que procedían de otras aldeas situadas a 4 ó 5 kms. de la costa. Para reclamar la presencia de las yuntas, cuando la mar estaba serena
, colocaban en la cima de una loma un mástil con un bidón de petróleo, visible en la lontananza, a la par que el sonido emitido por un cuerno de vacuno diligentemente soplado por labios adiestrados, ratificaba la visión. Terminado el arrastre, recibían el jornal en especie... una o varias medidas de pescado.

Al crepúsculo las bateiras descansan sobre troncos de
madera que movidos a hombros por los pescadores sirven para desplazar la barca de mar a tierra y viceversa, de ahí el fondo plano, para facilitar el deslizamiento por la arena. La proa empinada con pabellón portugués o brasileño. Utilizan dos remos para dirigirla ya que no dispone de timón y se les ha incorporado motor sin modificar la estructura de la nave. Tienen unos diez metros de
eslora y tres de manga. Pescan diariamente entre marzo y octubre.


La red consta del saco y las cuerdas. Un cabo queda sujeto al tractor mientras la bateira va soltando amarras en círculo hasta una distancia de 2000 mts. Una vez sujeto el otro cabo en el segundo tractor, empieza la tracción durante aproximadamente dos horas.


La sincronía de los hombres de tierra cuando la red está al borde del arenal ha de ser perfecta para conseguir culminar con éxito la faena. Mientras las vareiras esperan con
atención el traslado en cajas del pescado para ser subastado. El pescado es separado por los hombres de tierra, llenando las rapichéis, principalmente de sardina cuya textura distingue las de Espinho del resto, ya que al ser arrastradas por la arena pierden su tierna escama.

La sardina viva, no se resigna a ser capturada por lo que su distribución en cajas de madera para la subasta requiere una gran
agilidad y destreza, siendo féminas la mayoría de las pujantes que anhelan el botín esparcido sobre una lona, para ser previamente examinado.

Adquirido el pescado, con el salero que caracteriza a las vareiras lo colocan en canastras sobre la cabeza y pregonando su mercancía la distribuyen por toda la ciudad, rebozada en arena para mejor conservación de sus cualidades.
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